Torpedo humano
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    Persona o soldado que se coloca en la dirección de arma explosiva y la dirige certeramente hacia un objetivo asegurando su eficacia destructiva. En japonés se denomina kamikaze. Se pusieron de moda tales figuras en la guerra mundial primera (1914-1919) y se desarrollaron en la segunda (1939-1949). En los tiempos recientes, en determinados ambientes fanatizados por ideales religiosos o raciales, se han renovado los hechos asimilados a los suicidios kamikazes (países ocupados, grupos fanáticos de terrorismo internacional, etc.).
    Plantea una cuestión moral la licitud de suicidarse de una forma volun­taria para conseguir objetivos militares o de otro tipo, incluso en situaciones bélicas y en función de normas recibidas. Al ser un hecho tan antinatural como es el terminar con la propia vida, sólo bajo una presión psicológica o una falsa concepción martirial se puede presentar como un ideal digno de ser propuesto y aceptado dentro de una estrategia socialmente aceptable por personas con sentido común.
    Sólo en casos excepcionales, y desde luego nunca como sistema impuesto desde fuera de la propia conciencia, la moral católica entiende como meritorio el quitarse la vida para conseguir un objetivo. Con frecuencia los que llegan a ese extremo se hallan manipulados.
   Las formas, causas, procesos, etc. varían mucho según los grupos. Van desde los mueren manipulados por per­sistentes ideologías basadas en el odio, aunque se presenten con barniz de reli­giosidad, hasta los que pura y simplemente se hallan bajo efectos de tóxicos inhibidores, hipnosis o diversas manipulaciones del cerebro que convierten su muerte en un homicidio más que en un consciente y voluntario suicidio.  Como tal conviene presentarlo a los jóvenes, con el fin de que disciernan el valor heroico de la manipulación falaz.